El almanaque monta la experiencia
sobre mi cuerpo.
Números sin alma circulan,
unidades… decenas que se gastan
y aún mantengo tu recuerdo.
Ya nada se parece al que fui
tampoco al que podré ser,
sin embargo el brillo de tus ojos
permanece impreso en aquellas tardes
que nos mirábamos con amor
pero se escurrió como el rocío.
Hasta los lugares que nos cobijaron
modificaron sus formas
aliándose al perverso destino
de intentar que te olvide,
pero no se dan cuenta
de que fueron tan gratos los momentos…
Podrán ser arrancados con mi vida
para llevármelos al reino de los muertos.
Busco tu rostro entre la multitud,
escucho si alguien pronuncia tu nombre
para saber que estás cerca,
entonces avanzaría entre los cuerpos
para llegar al tuyo
que tantas veces acaricié…
y te abrazaría con la pasión acumulada
por tantos números,
unidades… decenas…
que te extrañé.
Aunque hayas cambiado como nuestros rincones
o envejecido como mi imagen
ya escasa de rubores,
volvería a decirte que te amo
y no permitiría que esos brazos ladrones
volvieran a arrebatarte de mi regazo.
Pasan las unidades… las decenas….
nadie pronuncia tu nombre
y sin embargo… te sigo amando.