miércoles, 20 de febrero de 2013


EL HORNERO

Los primeros reflejos de clariluz
aparecen desde el ramillado horizonte
de espinillos y caldenes repletos de brotes.
En lo alto del poste añejo pero firme
se dibuja la silueta oscura del nido.
Inquietas cabezas asoman por el hueco
para aspirar los restos de la noche que se aleja.
El sol comienza a calentar el adobe
y la humedad condensada en su puerta
es el desayuno de quien primero madrugue.
Despedido por una fuerza misteriosa
sale el macho presurable agitando sus alas.
Ella, lo aguarda apenas asomada
en custodia de los óvulos fecundados con amor.
Con el pico rebosante de alimento
regresa al hogar para nutrir a su pareja
y entre picotazos y aleteos se someten a un íntimo cotejo
con las paredes del nido como inhablante testigo.
Así pasa la primavera y los visita el verano.
Nuevas voces se escuchan desde lo alto…
son aquellos que pronto volarán
en busca de su propio destino…