Un homenaje a Troilo, figura emblemática del tango rioplatense.
ANIBAL TROILO
Aleteaba el bandoneón a merced de tus manos,
disfrutó de las caricias que le diste con amor.
Tu cabeza, reclinada, quería oír los sonidos
incluso aquellos recónditos que nadie percibió.
Mientras tanto, tu papada bailaba con las semifusas
en una danza etérea que no quería llegar a su fin.
La última curda, Garúa, Milonguero triste, María,
tangos que sobre el pentagrama les diste vida.
Siempre apoyado al fuelle que tu pobre madre
logró comprarte con los pocos pesos que tenía.
¡Si hasta tu nombre: Aníbal Troilo,
suena con el compás de un tango compadrón!
Y no quieran buscar imitadores de su estilo;
pues aunque revisen desde el centro hasta el bajo
jamás, jamás lo podrán encontrar.
Porque no existe, no habrá otro,
Aníbal querido,
te sigue extrañando
el bandoneón.
G.L. (2010)
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