jueves, 24 de noviembre de 2011

CONFESIONES




Porque estás ensamblada a mi corazón

y tu imagen de ángel ocupa los pensamientos,

es que te idolatro, amada mía,

como los prelados hacia el fuego sagrado

o las mieses al candente sol.

Porque tus caricias encienden en mí el fuego

de una pasión incontrolable

que luego sosiegas con un almibarado beso

que acepto rendido a tu vitalidad,

hasta quedar sumiso a los encantos

de tanta belleza reunida en un solo cuerpo.

Si las sirenas exclamaran tu nombre…

¡Cómo me arrojaría a las profundidades del Egeo!

¡O si las crueles huestes de Atila

te tuvieran prisionera!

No dudaría en retarlas sin miedo a morir… por ti.

Es así que te observo y me siento dichoso

de poseer tan preciado tesoro

y quizás, sin darme cuenta, me vuelva arrogante

pero no me importa.

Simplemente… te amo.

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