jueves, 23 de octubre de 2014





APRENDER A VIVIR

Cuantas veces he protestado por no tener tiempo,
las horas y los días que se derrumbaban
pues aunque apaguemos el reloj, no podemos detenerlo.
Mi tiempo comenzaba al abrir los ojos
y culminaba cuando en la noche agotados los cerraba
a la espera de un nuevo día perdido.
No me detenía a apreciar aquellos detalles
que la vida imprimía en mi camino.
Hasta que en un instante… perdí algo querido
y me di cuenta las huellas que borré por distraído
y otras que dejé marcadas y debí quitar… a tiempo.
Pero nunca es tarde para aprender sobre la vida
y resarcir los errores que he cometido.
Disfruto cada rayo de luz que descubro en la mañana
y el color de tus ojos que me miran satisfechos.
El sabor de tus labios que me despiden en un beso
ansiando el retorno de mis horas de trabajo
en donde también aprendí a repartir mi tiempo.
Ahora aprovecho la noche envuelto en tus sueños
al sentir entre mis dedos a tus cálidos pechos
o entreverar sobre la almohada nuestros alientos.
El tiempo no se define en las horas que pasan
o los números del calendario en casilleros fríos,
es sentir el calor de la vida que nos entregaron
y compartirla con la persona que hemos elegido.
Construir nuestra historia a través de los retoños
que de a poco verán que nos iremos poniendo viejos.
y si apreciamos que crecen virtuosos y firmes
con la enseñanza más importante que es el ejemplo
será que hemos vivido correctamente… nuestro tiempo.

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